Ya en oportunidades pasadas se han escrito ciertas notas sobre Ògún (http://ile-oshe.blogspot.com/2016/02/ogun-ogun-no-puede-ser-visto-solo-como.html);
pero siempre es bueno refrescar y recalcar ciertas apreciaciones.
La concepción del pueblo yorùbá con respecto
a sus entidades religiosas se puede haber visto modificada debido a las realidades
que vivieron los primeros esclavos llegados a América.
De esto no podemos estar seguros, toda vez
que no han quedado testimonios escritos ni referencias seguras del pensamiento
que tenían los primeros descendientes de Òdûdûwá que pisaron los suelos
occidentales de esta parte del mundo.
Ya sea explicado otras veces
que los ancestros africanos que fueron traídos a América se agruparon en Cuba
en Cabildos de Nación y el acceso a estas organizaciones era negada a los “negros
criollos” (hijos de los esclavos que nacían en la isla caribeña).
Los “negros criollos”
conformaron las Cofradías, sus particulares organizaciones, para después
heredar los Cabildos fundados por sus abuelos y padres.
Es a partir de esta etapa en
que se admiten parcialmente a los blancos en la religión, y cuando empieza a
salir a la luz pública en qué consistía la misma.
El mayor tráfico de esclavos entre África y
América se manifestó entre 1540 y 1880; y es a partir de 1800 donde se comienza
a conocer la historia de la religión.
Ya para esa época, África estaba
abiertamente influencia por los conceptos musulmanes y cristianos, y América
por el catolicismo.
Quedan en una especie de limbo
3 siglos, de los cuales no hay conocimiento exacto del pensamiento religioso
original y sus posibles variantes a causa de las guerras y el esclavismo.
Después de esta nota histórica
indispensable para el entendimiento de las líneas siguientes, pasemos al tema
principal de esta publicación.
Son repetitivas las cualidades
con que se ha venido identificando a Ògún: un guerrero, una entidad solo dedicada
a la pelea, sanguinario por demás; el prototipo de quien busca librar batallas,
peleas callejeras y otras escaramuzas.
Por otra parte propiciador de accidentes y
hechos violentos, encargado de operaciones quirúrgicas, autopsias y
amputaciones.
¿Son reales estas cualidades atribuidas al tráfico de esclavos entre África y América?
En primer lugar debemos recordar el primer
título con el cual es reconocido, ancestralmente, a Ògún: Tobi Ode (hábil cazador).
En América esa condición de cazador le es muy poco atribuida.
Si bien es cierto que la entidad de la cual
hablamos es ubicada dentro del grupo de los Òrìşàs Ode, esté
término ha sido mal traducido y se les denomina los “Orishas o Santos Guerreros”
(sic) (esta denominación de Òrìşàs es equívoca, tema en el cual no nos
extenderemos, y la traducción de Ode como guerreros no tiene basamento.)
Entonces Ògún debe ser ubicado en la categoría
de los Ode, cazadores, donde también coexisten sus “hermanos” Òşóòsì (Oshosi) y Erinlè (entidad poco conocida y adorada
en América).
Aunado a esto “el
Espíritu del Hierro” fue titulado como Okò Ìtúlè, cosechero, sobre todo por las
acciones desempeñadas en su segunda etapa de vida en la Tierra.
De igual forma
a Ògún le es atribuido el inicio del cultivo del ñame y la tarea de la
enseñanza de ese arte a los hombres para que los mismos se procuraran su
sustento.
Estas dos características son más cónsonas
con la filosofía original de los yorùbás: un pueblo que obtenía su sustento a través
de la caza y pesca, como también de labores agrícolas.
Como observamos nuestros ancestros, en los
primeros tiempos, no nos transmitían la idea de un Ògún Guerrero; esta cualidad
la pueden haber acuñado los africanos trasladados a territorio americano
después de iniciadas las guerras dentro de los reinos yorùbás, o por los “negros
criollos” habitantes de la Cuba dominada por los españoles y que en la última
etapa del siglo XVIII buscó un proceso de libertad y entró en conflicto con sus
colonizadores y esclavistas.
Pero si observamos detenidamente las
herramientas fundamentales que componen el habitáculo de Ògún, no vemos por
ninguna parte armas de guerra: solo vemos artículos de labranza (pala, pico
guataca o azada, rastrillo, barreta y machete) con la excepción del martillo y
el yunque, propio de los forjadores de metales y herreros.
Para la opinión particular de quien escribe
estas líneas, no hay mejor mensaje y testimonio de la verdadera creencia de los antiguos yorùbás: Ògún es una entidad
protectora y propiciadora de la cacería como medio de resguardo a la comunidad
ante el ataque de fieras salvajes, así como del trabajo agrícola (como medio de
subsistencia original).
Quienes trataron de darle otra connotación al
culto de Ògún, olvidaron “extraer” las herramientas originales, nunca las
sustituyeron, y después nos lo presentaron como un Guerrero, pero agregándole
armas de fuego; en ningún momento se les ocurrió poner lanzas, escudos,
espadas, flechas y cuchillos como elementos de fundamento, solo como un
refuerzo de una teoría sin basamento.
Ògún se dedicó en este Mundo a verificar una
limpieza de la tierra, que se encontraban sin cultivo en algunos sitios o llena
de malezas en otros, para después hacerla útil mediante la fertilización y
siembra de la especie vegetal, a la vez que aprovecho de clasificar esas
tierras para cada tipo de siembra y apartando las que por sus condiciones
debían quedar no cultivadas.
Sobre otras cualidades, atribuidas
antiguamente, de Ògún continuaremos hablando en una futura oportunidad.
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