En publicaciones pasadas se estableció las
antiguas denominaciones que se daban a las distintas entidades adoradas por los
yorùbás.
Los Òrìşàs, posteriormente llamados òrìşàs
funfun, correspondían a un “linaje real” o genealogía ligada directamente a Òdûdûwá para unos, y al de Obatalá para otros.
Esto
se debió a la controversia suscitada por los cultores particulares de cada
entidad, diferencia relacionada a la formación del Mundo encomendada a Obatalá, y que en un descuido de este
fue llevada a cabo por Òdûdûwá.
Existen
otras teorías y mitos que nos hablan ya sea del “emparentamiento” entre estas
entidades, como de las causas de guerra entre ellas, pero nos desviarían mucho
del tema.
Lo
cierto es que se llamaba originalmente Òrìşà a toda entidad que estaba
directamente ligado a una función o “trabajo” generador: aquellos a los cuales
les fue encomendado por Oloddumare la Creación o Génesis, entendiéndose como ésta
la acción de dar existencia a una cosa a partir de la nada, o lo que es lo
mismo poder para engendrar, dar nacimiento a algo que aún no tenía existencia.
Dada esta concepción, entrarían en esta
categoría Òdûdûwá
y Obatalá, a quienes se les impartió la misión de
crear el mundo, la naturaleza y el hombre (serían las entidades que catalogamos
como Òrìşàs
Cosmológicos en el post de fecha 25/02/2018).
La categoría de los Ebora, denominados
después òrìşàs pupa, corresponde a las entidades que tienen funciones o “trabajos”
no de tipo creacional, sino por el contrario actividades de dirección,
ordenamiento y cumplimiento, superación de obstáculos y logro de metas, así
como de otras acciones, aquí en la tierra (son los que ya llamamos Òrìşàs
Cotidianos en la publicación reseñada antes) .
Para muchos que han tratado el tema
consideran del linaje de Òrìşàs u òrìşàs funfun, además de Òdûdûwá y Obatalá, a otras entidades como Òşún (Oshun), Òriṣa Oko, Yémooyá (Yemayá), etc.; pero no estamos de acuerdo
con tal clasificación ya que no corresponde con el criterio de Òrìşàs Cosmológicos.
En el grupo de Ebora siempre se ubican a Şangó (Shangó), Oyá, Shankpanna,
Ôgún, Òṣóòsì (Oshosi), entre
otros, pero atribuyéndoseles únicamente funciones relacionadas con la guerra y
el derramamiento de sangre, obviando otras funciones que se realmente si les
fueron encomendadas.
Todas estas diferenciaciones se fueron
perdiendo en el tiempo; pero lo más importante que se perdió fue una posible
diferenciación en el ceremonial con el que se hacía la fundamentación, “asiento” y
entrega de cada una de estas entidades, y que puede ser muy influyente en la
espiritualidad de quienes lo recibieran.
Se unificaron los procedimientos de cada
una de las ceremonias estableciéndose un solo patrón para todas las entidades,
sin respetar ciertos aspectos del proceso religioso.
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