domingo, 14 de enero de 2018

Ògún en la Religión Yorùbá.


Ya en oportunidades pasadas se han escrito ciertas notas sobre Ògún (http://ile-oshe.blogspot.com/2016/02/ogun-ogun-no-puede-ser-visto-solo-como.html); pero siempre es bueno refrescar y recalcar ciertas apreciaciones.

La concepción del pueblo yorùbá con respecto a sus entidades religiosas se puede haber visto modificada debido a las realidades que vivieron los primeros esclavos llegados a América.

De esto no podemos estar seguros, toda vez que no han quedado testimonios escritos ni referencias seguras del pensamiento que tenían los primeros descendientes de Òdûdûwá que pisaron los suelos occidentales de esta parte del mundo.

Ya sea explicado otras veces que los ancestros africanos que fueron traídos a América se agruparon en Cuba en Cabildos de Nación y el acceso a estas organizaciones era negada a los “negros criollos” (hijos de los esclavos que nacían en la isla caribeña).

Los “negros criollos” conformaron las Cofradías, sus particulares organizaciones, para después heredar los Cabildos fundados por sus abuelos y padres.

Es a partir de esta etapa en que se admiten parcialmente a los blancos en la religión, y cuando empieza a salir a la luz pública en qué consistía la misma.

El mayor tráfico de esclavos entre África y América se manifestó entre 1540 y 1880; y es a partir de 1800 donde se comienza a conocer la historia de la religión.

Ya para esa época, África estaba abiertamente influencia por los conceptos musulmanes y cristianos, y América por el catolicismo.

Quedan en una especie de limbo 3 siglos, de los cuales no hay conocimiento exacto del pensamiento religioso original y sus posibles variantes a causa de las guerras y el esclavismo.

Después de esta nota histórica indispensable para el entendimiento de las líneas siguientes, pasemos al tema principal de esta publicación.

Son repetitivas las cualidades con que se ha venido identificando a Ògún: un guerrero, una entidad solo dedicada a la pelea, sanguinario por demás; el prototipo de quien busca librar batallas, peleas callejeras y otras escaramuzas.

Por otra parte propiciador de accidentes y hechos violentos, encargado de operaciones quirúrgicas, autopsias y amputaciones.

¿Son reales estas cualidades atribuidas al  tráfico de esclavos entre África y América?

En primer lugar debemos recordar el primer título con el cual es reconocido, ancestralmente, a Ògún: Tobi Ode (hábil cazador). En América esa condición de cazador le es muy poco atribuida.

Si bien es cierto que la entidad de la cual hablamos es ubicada dentro del grupo de los Òrìşàs Ode, esté término ha sido mal traducido y se les denomina los “Orishas o Santos Guerreros” (sic) (esta denominación de Òrìşàs es equívoca, tema en el cual no nos extenderemos, y la traducción de Ode como guerreros no tiene basamento.)

Entonces Ògún debe ser ubicado en la categoría de los Ode, cazadores, donde también coexisten sus “hermanos” Òşóòsì (Oshosi) y Erinlè (entidad poco conocida y adorada en América).
Aunado a esto “el Espíritu del Hierro” fue titulado como Okò Ìtúlè, cosechero, sobre todo por las acciones desempeñadas en su segunda etapa de vida en la Tierra.

De igual forma a Ògún le es atribuido el inicio del cultivo del ñame y la tarea de la enseñanza de ese arte a los hombres para que los mismos se procuraran su sustento.
Estas dos características son más cónsonas con la filosofía original de los yorùbás: un pueblo que obtenía su sustento a través de la caza y pesca, como también de labores agrícolas.

Como observamos nuestros ancestros, en los primeros tiempos, no nos transmitían la idea de un Ògún Guerrero; esta cualidad la pueden haber acuñado los africanos trasladados a territorio americano después de iniciadas las guerras dentro de los reinos yorùbás, o por los “negros criollos” habitantes de la Cuba dominada por los españoles y que en la última etapa del siglo XVIII buscó un proceso de libertad y entró en conflicto con sus colonizadores y esclavistas.

Pero si observamos detenidamente las herramientas fundamentales que componen el habitáculo de Ògún, no vemos por ninguna parte armas de guerra: solo vemos artículos de labranza (pala, pico guataca o azada, rastrillo, barreta y machete) con la excepción del martillo y el yunque, propio de los forjadores de metales y herreros.

Para la opinión particular de quien escribe estas líneas, no hay mejor mensaje y testimonio de la verdadera creencia de los  antiguos yorùbás: Ògún es una entidad protectora y propiciadora de la cacería como medio de resguardo a la comunidad ante el ataque de fieras salvajes, así como del trabajo agrícola (como medio de subsistencia original).

Quienes trataron de darle otra connotación al culto de Ògún, olvidaron “extraer” las herramientas originales, nunca las sustituyeron, y después nos lo presentaron como un Guerrero, pero agregándole armas de fuego; en ningún momento se les ocurrió poner lanzas, escudos, espadas, flechas y cuchillos como elementos de fundamento, solo como un refuerzo de una teoría sin basamento.

Ògún se dedicó en este Mundo a verificar una limpieza de la tierra, que se encontraban sin cultivo en algunos sitios o llena de malezas en otros, para después hacerla útil mediante la fertilización y siembra de la especie vegetal, a la vez que aprovecho de clasificar esas tierras para cada tipo de siembra y apartando las que por sus condiciones debían quedar no cultivadas.
Sobre otras cualidades, atribuidas antiguamente, de Ògún continuaremos hablando en una futura oportunidad.

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